Las creencias, valores, actitudes y expectativas que
modelan nuestra conducta no son fruto de las emociones ni se generan en el
corazón, sino que son fruto de los pensamientos y
la visión de vida. El
llanto, la carcajada, el sentimiento de derrota o de triunfo, el amor o el
desamor, el abatimiento o la dicha, la frustración, la culpa o la tristeza son
consecuencias del pensamiento, no sus causantes. La mente
es el centro neurálgico dónde procesamos toda la información
acerca del mundo, de nuestro yo, y del futuro de nuestro yo en el mundo que nos
rodea.
Detrás de sentimientos negativos como la ansiedad, la
depresión, la culpabilidad, la vergüenza o la ira siempre se esconde un pensamiento negativo. El pensamiento
distorsionado y no el hecho objetivo es el causante de los estados anímicos
dolorosos, de ahí que para acabar con las emociones negativas sea preciso
corregir el pensamiento, mediante un proceso de autoconocimiento.
Cuando el pensamiento es racional, las emociones resultantes
también lo son, y, aunque a veces pueden resultar dolorosas, siguen siendo
racionales, coherentes, no autodestructivas. Lo verdaderamente nocivo de los
pensamientos distorsionados es su capacidad de camuflaje… acabamos pensando que nosotros somos realmente lo que pensamos
(o lo que sentimos) y ni siquiera nos hemos planteado que puedan existir otras
alternativas. Cristina Sanchez
Vega sustenta estas ideas.
Es necesario comprender que el
pensamiento es una hipótesis que formulamos sobre la realidad y
que esta hipótesis puede ser racional o irracional.
Un pensamiento es racional cuando es verificable, real, cierto y provoca
emociones moderadas que están en consonancia con el acontecimiento que ha
activado el pensamiento. En cambio, un pensamiento es irracional cuando no se
puede verificar con la realidad y provoca emociones desmesuradas que no están
en consonancia con el acontecimiento que ha activado el pensamiento.
¿Quieres dejar de tener pensamientos auto destructivos/irracionales?
El Coaching nos permite
hacernos conscientes de las claves para evitar pensamientos autodestructivos y, en consecuencia, poder ponerlas en práctica
en nuestra vida.